El hombre encargado de una biblioteca antigua, por fuerza, tenía que poseer un espíritu filosófico y un conjunto de valores espirituales que lo encaminaran por el sendero de la cultura y, sobre todo, tenía que ser un educador, un guía, un preceptor de lecturas. Diderot, en pleno siglo XVIII, lo definía como la persona encargada de la custodia, del cuidado, ordenamiento e incremento de los libros de una biblioteca.Las más antiguas bibliotecas tuvi...