En nuestra historia occidental el hecho de mayor jerarquía ha sido la perennidad de la Iglesia cristiana y de las órdenes a ella incorporadas, organizaciones empeñadas en el intento de reunir, educar y transformar a los hombres a través del espíritu y del alma y convertirlos en seres nobles capaces de servir y dominar, no por la sangre, no por la eugenesia sino por el espíritu y la educación. Congregaciones como las de los benedictinos, los domin...