Las guerras civiles toleradas por los colombianos han sido actos de despojo encubiertos por odios, pasiones y ambiciones de poder. Por ello, nuestras confrontaciones no han sido meros fenómenos derivados de la política y de sus ideologías excluyentes, sino de empresas, grupos e individuos interesados en la tierra, en un producto o en unos bienes para su acumulación, explotación y usufructo. Procesos así solo dejan el trauma económico y el trauma ...