Anoche soñé que asistía a mi entierro y a la camisa le faltaba un botón. Por la ventanilla del féretro se veían mi rostro y mi blanca camisa desabotonada y con ese defecto me estaba yendo a la eternidad. La gente conversaba a mí alrededor. Mi cadáver tenía una mueca terrible: se estaba dando cuenta de lo que pasaba. ¡Era ridículo! El último recuerdo de Amadeo Bocanegra sería el de un muerto al que olvidaron ponerle la camisa como Dios manda. Cuan...