Con solo dieciséis años, la prisionera judía Cilka Klein fue convertida en la concubina de uno de los comandantes de Auschwitz-Birkenau. Se salvó de morir de hambre, enfermedad o en las cámaras de gas, pero, tras la liberación, fue acusada de colaboradora y espía ante la NKVD, la brutal policía secreta soviética. Y así, por segunda vez en tres años, Cilka se encuentra de nuevo hacinada en un tren de ganado que la transportará a Vorkuta, el gulag ...