«Yo vivo en París, abro la ventana cada mañana y miro lo que tengo delante.» El interés por los «temas modernos» y la necesidad de pintarlos en toda su materialidad, como hacían sus amigos los pintores impresionistas, llevaron a Zola a centrar en Les Halles, el Mercado Central de París «una tímida revelación del siglo XX», la acción de la tercera novela del ciclo de Los Rougon-Macquart. En ella Lisa, una Macquart, próspera y rolliza propietaria de una charcutería, hospeda inopinadamente a su cuñado Florent, prófugo del penal de Cayena, convicto por sus actividades republicanas, (1873) combina la visión exuberante de un «París atiborrado», con mil olores y colores, con una trama de noble ingenuidad revolucionaria, traicionada por las intrigas y bribonadas de «las personas decentes».Con (1874), la cuarta novela del ciclo, Zola vuelve al lugar de origen de los Rougon-Macquart. Aquí, en la engañosa tranquilidad de la provincia, descrita con un ojo agudísimo y sarcástico, es un matrimonio entre primos de las dos ramas de la familia, Marthe Rougon y François Mouret, quien va a hospedar a un inquilino no menos sospechoso: un extraño sacerdote, sucio y pagado de sí mismo, que en poco tiempo se dispone a regir los destinos de Plassans y a influir en las decisiones de sus ciudadanos. El matrimonio verá poco a poco cómo no sólo su casa y su ciudad dejan de ser suyos, sino cómo ellos mismos son desposeídos de su personalidad, abocados al éxtasis y a la locura.El vientre de París (1873) combina la visión exuberante de un «París atiborrado», con mil olores y colores, con una trama de noble ingenuidad revolucionaria, traicionada por las intrigas y bribonadas de «las personas decentes».Con (1874), la cuarta novela del ciclo, Zola vuelve al lugar de origen de los Rougon-Macquart. Aquí, en la engañosa tranquilidad de la provincia, descrita con un ojo agudísimo y sarcástico, es un matrimonio entre primos de las dos ramas de la familia, Marthe Rougon y François Mouret, quien va a hospedar a un inquilino no menos sospechoso: un extraño sacerdote, sucio y pagado de sí mismo, que en poco tiempo se dispone a regir los destinos de Plassans y a influir en las decisiones de sus ciudadanos. El matrimonio verá poco a poco cómo no sólo su casa y su ciudad dejan de ser suyos, sino cómo ellos mismos son desposeídos de su personalidad, abocados al éxtasis y a la locura.Con (1874), la cuarta novela del ciclo, Zola vuelve al lugar de origen de los Rougon-Macquart. Aquí, en la engañosa tranquilidad de la provincia, descrita con un ojo agudísimo y sarcástico, es un matrimonio entre primos de las dos ramas de la familia, Marthe Rougon y François Mouret, quien va a hospedar a un inquilino no menos sospechoso: un extraño sacerdote, sucio y pagado de sí mismo, que en poco tiempo se dispone a regir los destinos de Plassans y a influir en las decisiones de sus ciudadanos. El matrimonio verá poco a poco cómo no sólo su casa y su ciudad dejan de ser suyos, sino cómo ellos mismos son desposeídos de su personalidad, abocados al éxtasis y a la locura.La conquista de Plassans (1874), la cuarta novela del ciclo, Zola vuelve al lugar de origen de los Rougon-Macquart. Aquí, en la engañosa tranquilidad de la provincia, descrita con un ojo agudísimo y sarcástico, es un matrimonio entre primos de las dos ramas de la familia, Marthe Rougon y François Mouret, quien va a hospedar a un inquilino no menos sospechoso: un extraño sacerdote, sucio y pagado de sí mismo, que en poco tiempo se dispone a regir los destinos de Plassans y a influir en las decisiones de sus ciudadanos. El matrimonio verá poco a poco cómo no sólo su casa y su ciudad dejan de ser suyos, sino cómo ellos mismos son desposeídos de su personalidad, abocados al éxtasis y a la locura.