«El erizo es el sol del mar. Redondo, frágil, escondido; Húmedo, secreto y hostil: El erizo es como el amor», cantaba Pablo Neruda. «¡Qué sabor, qué aspecto divino! ¡Es el recuerdo más bello de mis últimos cincuenta años», rememoraba uno de los personajes de Tomasi di Lampedusa acerca de una comida de erizos en Sicilia. Consumido con pasión desde Asturias hasta Filipinas, desde Japón al Caribe o Francia, este misterioso habitante de los mares ha ...