El enigma del cielo nocturno nos legó a sus bestiales vasallos. Lo que en un tiempo fueran excusas de la pesadilla gótica para simbolizar el frenesí humano, en la obra de Villafuerte se han convertido en el cotidiano agónico del mundo que nos abandona. Ya no es el humano quien teme a la bestia, sino que ahora es la implacable realidad indiferente la que abruma a la bestia vencida en su búsqueda de guarida. Los misterios de la oscuridad pasan a un...