Un niño pequeño vive una tormenta de entusiasmo cada dos o tres minutos. Un adulto, en cambio, siente la misma cantidad de entusiasmo dos o tres veces al año. Este fenómeno no se limita a los adultos. Muchos jóvenes, e incluso muchos niños, se ven afectados por esa carencia de entusiasmo. ¿De dónde viene ese soterramiento de una predisposición tan universal y primordial? ¿Qué es lo que está matando el entusiasmo?En este libro André habla «de no a...