Este libro abre un cauce de luz para el dolor de la ausencia de nuestros amados muertos. En una orilla está el llanto en carne viva. En la otra la poesía para acoger las lágrimas. Las palabras cruzan el río, venciendo el miedo de ahogarse, y rodean el grito que no cesa de latir. Llega así la bondad del que se acerca al pozo hondo y oscuro del duelo para hilar el abrazo de unas sílabas. Para acompañar, para estar ahí, en el silencio y en la comun...