"Está vestido de blanco y nadie puede mirarlo a la cara, porque los ojos deslumbran hasta cegar, tiene el poder de destruir lo que toca y el don de estar por doquier. A veces está solo, a veces guía columnas de jinetes. Aparece y desaparece. El desierto es su casa, las rocas su comida... Su nombre vuela de un oasis a otro. Los peregrinos en viaje a la Meca lo avistan en las tormentas de arena y lo llaman Iblis, el diablo. Todos le temen. También ...