Durante décadas las bibliotecas funcionaron sin necesidad de aplicar evaluaciones que posibilitaran medir el rendimiento de las mismas. Por un lado, se consideraba que la falta de quejas por parte de los usuarios daba por hecho su satisfacción respecto del servicio brindado. Por otro lado, tampoco se cuestionaba la existencia de la biblioteca y no era necesario justificar los gastos incurridos para su funcionamiento. El devenir del tiempo ha modi...