Pocos profesionales liberales han influido tanto en la evolución de nuestras sociedades como lo ha hecho el periodismo. No es gratuito. Si hoy podemos decir que la vaticinada aldea global se convirtió en realidad, es precisamente gracias al protagonismo de los medios de comunicación, aun antes incluso de que fuesen desplazados en su centralidad por la economía. El impacto de los medios creció de la mano de la acelerada evolución tecnológica del ultimo cuarto del siglo pasado, al punto de que la sociedad postmoderna empieza a preferir llamarse a sí misma sociedad de la información. Es en este contexto que el periodismo también se transforma y busca adaptarse a las nuevas plataformas a su disposición, particularmente internet. El llamado ciberperiodismo no sólo tiene frente a sí el reto de acabar de definir sus perfiles técnicos y deontológicos, sino que también deberá ajustarse a la emergencia de nuevos problemas sociales. Pero tendrá que hacerlo en un entorno que no le había sido nunca tan adverso como lo es ahora: la creciente presión del mercado sobre los medios, mediante la concentración de la propiedad y las propias sinergias del mundo económico. Esto ha desatado una feroz competencia entre los medios y la consecuente homogeneización y depauperación de los contenidos, en detrimento del que durante los últimos siglos fue su objetivo primario: el servicio a la sociedad.Es en este contexto que el periodismo también se transforma y busca adaptarse a las nuevas plataformas a su disposición, particularmente internet. El llamado ciberperiodismo no sólo tiene frente a sí el reto de acabar de definir sus perfiles técnicos y deontológicos, sino que también deberá ajustarse a la emergencia de nuevos problemas sociales. Pero tendrá que hacerlo en un entorno que no le había sido nunca tan adverso como lo es ahora: la creciente presión del mercado sobre los medios, mediante la concentración de la propiedad y las propias sinergias del mundo económico. Esto ha desatado una feroz competencia entre los medios y la consecuente homogeneización y depauperación de los contenidos, en detrimento del que durante los últimos siglos fue su objetivo primario: el servicio a la sociedad.