LAS REGLAS ERAN MUY SENCILLAS: NO METERME EN LÍOS Y NO PONERLE NI UN DEDO ENCIMA A SU HUA.
PERO AHORA NO PUEDO ESCAPAR DE ELLA. Y SOLO HAY UNA CAMA. Y, BUENO..., LAS REGLAS ESTÁN PARA ROMPERLAS.
Soy el chico de oro de la monta de toros profesional... O, mejor dicho, lo era, hasta que todo se volvió en mi contra. Ahora, mi representante dice que he de lavar mi imagen, así que no me queda más remedio que aguantar que la tocapelotas de su hija...