Ningún psicoanalista de este tiempo se hubiera solazado más de la cuenta en valorar tal descubrimiento (el narcisismo), ni hubiera pensado que el amor por la propia imagen tuviese un valor clínico más que la evitación y/o disminución de su encantamiento. Sólo aquel proveniente de las astucias de la escritura está persuadido de que la vanidad de los reflejos y la profundidad de la oscuridad son dos dimensiones necesarias de las ficciones que tejen...