Una de las influencias determinantes en la obra de Frida Kahlo fue la fotografía. Lo fue por el contacto que tuvo con las imágenes a través de la profesión de su padre y, más tarde, por la cercanía con artistas de la lente a quienes conoció, como Tina Modotti, Edward Weston, Nickolas Muray, Martin Munkácsi, Manuel lvarez Bravo, Lola lvarez Bravo, Fritz Henle, Giséle Freund, entre otros. Con meticulosidad y cariño, Frida acumuló un amplio acervo fotográfico. Aunque en él hay imágenes que debieron ser de la familia o de Diego Rivera, fue ella quien tuvo el cuidado de conservarlas. Para la pintora estas fotografías fueron objetos cercanos y queridos: las intervino coloreándolas, imprimiéndoles besos, recortándolas o escribiéndoles pensamientos; las atesoró como sustitutos de personas a quienes amaba o admiraba, o como imágenes sugestivas de la historia, del arte y la naturaleza.