A no ser por la exposición ordenada y bien documentada de Xabier F. Coronado, costaría trabajo creer en la existencia de Francisco Gamoneda, no sólo porque resultaría inverosímil que alguien pudiera emprender y terminar tal cantidad de cosas útiles, sino porque no se explica que haya caído en el olvido, siendo además en vida tan apreciado por sus contemporáneos. Más de una pregunta deberíamos hacernos sobre la fragilidad de los empeños culturales...