Por fortuna, el principio de determinación de la materia no se aplica a los seres humanos: nuestra sociedades no avanzan mecánicamente hacia un porvenir predeterminado. Gracias a las pasiones, las grandezas y los misterios del género humano –gracias a nuestra libertad-, no poseemos destino sino futuro. Pero si cierto principio de indeterminación se aplica a las sociedades, de allí no se sigue que el azar sea el creador del futuro. Es l apolítica ...