La Convención de las Naciones Unidas sobre Compraventa Internacional de Mercaderías (en adelante identificada como la "CISG", "la Convención de Viena" o simplemente "la Convención" fue adoptada en la ciudad de Viena el 11 de abril de 1980 y entró, en vigor en 1988. A la fecha, la Convención es parte del derecho de 83 países de diversa tradición jurídica, desarrollo económico y organización política, entre los cuales se encuentran los más importantes actores del Comercio Internacional. La Convención de Viena es considerada el instrumento más relevante de cuantos integran el derecho uniforme del comercio internacional y que buscan brindar certeza sobre las normas regulatorias de los contratos internacionales, desde el momento mismo de perfeccionamiento de tales operaciones. Esta importancia se ve reflejada no sólo en el hecho de integrar el ordenamiento jurídico de 83 países, sino también en su amplio campo de aplicación, que no se limita a la diversidad geográfica de las partes del contrato establecidas en Estados diferentes que sean a su vez parte de la Convención (art. 1(1)(a) CISG). De no darse esta diversidad geográfica, el artículo 1(1)(b) CISG establece que ésta será aplicable si las reglas de derecho internacional privado del foro determinan como aplicable la ley de un Estado contratante. Además, en sus 35 años de vigencia la Convención de Viena se ha impuesto como el instrumento más importante del derecho contractual contemporáneo en razón de su aplicación extensiva a otro tipo de operaciones internacionales, su influencia en un proceso que ha sido llamado de "modernización del derecho de obligaciones", tal como se ha venido manifestando en recientes reformas legislativas, leyes o nuevos códigos expedidos en países de Asia, Europa del Este, Europa occidental y Sur América, como así también en su aplicación en laudos arbitrales y fallos de jueces nacionales que, inspirándose en la Convención, han logrado una relectura de las normas nacionales, adaptándolas a las nuevas realidades del mundo de los negocios.