El pensamiento jurídico se caracteriza históricamente por dos aspectos: por un lado, una lucha contra la arbitrariedad y, al mismo tiempo, el establecimiento de mecanismos democráticos para la organización de los poderes y la distribución de las fuerzas del Estado; por el otro, un esfuerzo continuo con el fin de definir un espacio de racionalidad en el que el conocimiento jurídico puede ser producido de modo válido. Sobre la base de esta mecánica...