La señora Lemarchand necesita una criada y ha oído hablar de Hilda, de su buena disposición para el trabajo, de su educación y su belleza. No toleraría una criada indolente, pero sobre todo que fuera demasiado delgada o simplemente gordita. ¿Cómo va a ocuparse de su casa y de sus hijos si no controla su propio cuerpo? La señora Lemarchand considera que Hilda tendrá la suerte de servir en una casa de gente de izquierdas. Por eso quiere algo más qu...