La primera parte de este volumen reúne mis escritos sobre temas de historia y política contemporáneas; la segunda recoge mis ensayos y notas acerca de asuntos más generales, asociados a las creencias, las ideas y, en fin, a lo que a veces se llama «fisonomía de las culturas». Todos estos escritos, lo mismo los de la primera parte como los de la segunda, son tentativas de comprensión de una realidad elusiva. No son estudios sino atisbos, reflexiones más cerca del examen que de la doctrina y de la opinión que de la teoría. Mis opiniones, claro está, son personales; sin embargo, no dependen únicamente de la subjetividad: fundadas en principios que juzgo sólidos, no son meras impresiones ni desahogos. Muchas de las páginas de esta primera parte fueron dictadas por la pasión, sí, pero nunca deformadas por el odio. Siempre he procurado ser fiel a mi conciencia y a esa conciencia superior y común a todos que es la razón. Advierto, casi es inútil decirlo, que son páginas escritas no por un especialista sino por alguien fascinado y dolido ante la terrible historia del siglo xx. No soy historiador y menos aún sociólogo. Por lo que toca a lo primero: aunque siempre me atrajo la historia, no la practico sino de una manera pasiva, como lector. Me atrevo a tocar temas históricos porque mis lecturas me han enseñado que la historia, hija de la observación y de la imaginación, es a un tiempo ciencia y arte. En cuanto a la sociología: su materia y sus límites son vagos, sus conclusiones inciertas. Espero que mis opiniones estén más cerca de la historia que de la sociología y que en ellas sea perceptible la huella de algunos clásicos de nuestra filosofía política y moral.