La pregunta de investigación que orienta el presente trabajo es sobre el impacto de la violencia en los cuerpos físicos y sociales de las víctimas, y cómo tales impactos convierten a los cuerpos ya los espacios en contaminantes. Allí su contacto o uso se percibe como inquietante, aterrador y atrayente, lo cual genera amenazas de orden simbólico. En las páginas de este libro se describe la función de los medios de comunicación en la formación de estos imaginarios y que responde a la destrucción de cuerpos asociados a una determinada clase social. Se escudriña el sentido de contaminación simbólica en dos espacios marcados por la violencia: el Club El Nogal (2002) y el Palacio de Justicia (1985), así como otros espacios marcados por el dolor y el sufrimiento del cuerpo como cementerios y hospitales, que muestran la destrucción del cuerpo y la presencia de la muerte; también se describe el impacto de la violencia en los cuerpos de las viudas y de las víctimas de la guerra, y la manera como viven sus duelos. Esta obra se orienta a sensibilizar a los medios de comunicación que viven a expensas de lo trágico, al convertir al cuerpo y a la muerte en objetos de consumo, así como a las instituciones y personas que tratan la muerte y sus espacios sin el tratamiento adecuado. Es es una contribución a trabajos posteriores y abre nuevos caminos a investigaciones con enfoques diferentes sobre la violencia y los espacios y cuerpos que esta destruye.