Nuestro corazón enferma por las continuas agresiones a que lo sometemos: la vida insana, el estrés, las prisas continuas, la alimentación inadecuada, el sedentarismo y no olvidemos también la carga genética que todos arrastramos en mayor o menor grado. Todo lo anteriormente expuesto nos lleva a la idea, por suerte cada vez más extendida, de prevenir antes que curar. Todo lo anteriormente expuesto nos lleva a la idea, por suerte cada vez más extendida, de prevenir antes que curar.