Entre el ensayo literario y la crónica o el perfil, Jaime Espinel. La tinta cortante que canta desde el hampa consigue lo que se propone: que uno quiera a Barquillo, como a un extraño animal sacrificado en los ambientes bohemios de una ciudad que abandonó en busca de mejores horizontes en Estados Unidos, pero a la que regresó a quemarse las alas, consciente tal vez de que los únicos paraísos auténticos son los paraísos perdidos, como dijo su admi...