Es un desfile macabro de pícaros, bribones y gentuza de vicios que, a la manera de esa corte de los milagros valleinclanesca, lleva de sorpresa en sorpresa al espectador. Ahí, por los ojos aterrados del lector, va transcurriendo el carnaval de timadores, rufianes, celestinas, saltimbanquis, mozas del partido y expertos en artes de birlibirloque, es decir, la canalla humana toda, a la que si el autor o un experto libretista se propusiera colgarla ...