Las catástrofes naturales no pueden ser evaluadas al margen del marco social y político en que se producen. El caso puntual del huracán Katrina es una muestra evidente de la verdad que encierra ese postulado. La periodista Hinde Pomeraniec parte de allí para avanzar en un sentido más amplio y constatar, in situ, que Estados Unidos alberga en sus entrañas a su propio tercer mundo. Mientras en 2005 el presidente Bush seguía espasmódicamente (por TV) los pasos devastadores del Katrina desde su rancho de Texas, los marginados de los estados del sur eran arrojados a refugios improvisados, sin las condiciones mínimas de higiene y seguridad. Un año después, la autora volvió a Nueva Orleans y encontró que los bordes de la ciudad continúan hundidos en la miseria y el olvido. El huracán puso en evidencia el desamparo en el que viven los sectores más desfavorecidos, los que transcurren al margen del sistema, en un país que propicia el culto a los ganadores y a los héroes.