Ken Loach ha conseguido un status insólito en la cultura cinematográfica de estas últimas décadas: ya como «cineasta de la clase obrera», o como «profesional de la representación de la lucha política y social de los desfavorecidos», ha tenido que combatirla censura, el ostracismo de la industria y las presiones del «pensamiento único» para continuar con su carrera y alcanzar finalmente la posición que hoy ocupa, emulado y respetado, en el espinos...