Alberto Bejarano rompe con la estructura convencional de un libro de poemas. Estas páginas son movimiento, música, presencias que van y vienen, que no sienten la necesidad de explicarse, que habitan sus nombres decididamente, voces que conversan, aúllan y reclaman, voces que envuelven y son ellas mismas un beso al corazón de la realidad. La bailarina sonámbula es también un homenaje. Leyendo con atención, permitiéndonos entrar en sus ritmos camb...