Por su calidad literaria, este libro constituye una sorpresa en un país donde el arte de la escritura ha venido a menos. Si en sus páginas hablan los muertos, es porque los muertos no paran de hablar. La memoria de la ciudad queda incompleta sin el capítulo de la prostitución, que no es algo marginal y ocultable, y preocupó en otros tiempos a las autoridades. No por casualidad, la casa de Resfa contó con la vecindad de El Poblado. Luchar contra l...