La forma como la autora define la gastronomía santandereana, como comedida, es una clave para intuir que, además de una excelente compilación de recetas, el libro supone una interpretación de la cultura regional a través de los modos como sus gentes conciben y cocinan sus alimentos. La autora ha probado con los ojos, el gusto y el corazón las comidas de Santander, como quien saborea sus paisajes, hasta asimilar su carácter. Las fotografías que ilustran los textos, de Nelson Cárdenas, son una bella exploración de la geografía del Departamento y de los frutos de su tierra.