Ante la necesidad de ser y hacerse más competitivas, eficaces y productivas, las organizaciones recurren a diversos apoyos que les permitan identificar y resolver problemas o aprovechar oportunidades de mejora. La consultoría es uno de esos recursos a los que de manera frecuente acuden las organizaciones, tanto públicas como privadas, en busca de un acompañamiento profesional que les permita lograr sus objetivos estratégicos, tácticos y operativos. Otros factores influyen en este resultado. También está involucrada la disposición de la entidad consultante para atender e implementar con diligencia y oportunidad las recomendaciones propuestas por la consultoría. Y siempre habrá factores externos al objeto mismo de la consultoría concentrada, que podrían comprometer el logro de los propósitos que la organización espera (por ejemplo, cambios en el entorno competitivo, económico, político o legal). Pero mas allá de esos factores externos a la consultoría, parece evidente que la manera como la actividad de acompañamiento se lleve a cabo y las competencias de quienes la ejecutan, son dos factores clave para que las organizaciones consultantes puedan lograr aquello que pretenden cuando recurren a los servicios de un consultor. Aquí resulta inevitable el símil entre la relación consultor-consultante y la que se establece entre maestro-estudiante: así como un mal maestro puede hacer que los estudiantes tengan aversión por una cierta materia, así mismo un consultor mediocre puede desmotivar a una organización en alguna iniciativa interesante e importante de cambio. Una organización con mucho potencial puede equivocar su rumbo si quien la acompaña en el diseño y recorrido de ese camino no tiene la claridad, el conocimiento y las habilidades necesarias. También está involucrada la disposición de la entidad consultante para atender e implementar con diligencia y oportunidad las recomendaciones propuestas por la consultoría. Y siempre habrá factores externos al objeto mismo de la consultoría concentrada, que podrían comprometer el logro de los propósitos que la organización espera (por ejemplo, cambios en el entorno competitivo, económico, político o legal). Pero mas allá de esos factores externos a la consultoría, parece evidente que la manera como la actividad de acompañamiento se lleve a cabo y las competencias de quienes la ejecutan, son dos factores clave para que las organizaciones consultantes puedan lograr aquello que pretenden cuando recurren a los servicios de un consultor. Aquí resulta inevitable el símil entre la relación consultor-consultante y la que se establece entre maestro-estudiante: así como un mal maestro puede hacer que los estudiantes tengan aversión por una cierta materia, así mismo un consultor mediocre puede desmotivar a una organización en alguna iniciativa interesante e importante de cambio. Una organización con mucho potencial puede equivocar su rumbo si quien la acompaña en el diseño y recorrido de ese camino no tiene la claridad, el conocimiento y las habilidades necesarias. Aquí resulta inevitable el símil entre la relación consultor-consultante y la que se establece entre maestro-estudiante: así como un mal maestro puede hacer que los estudiantes tengan aversión por una cierta materia, así mismo un consultor mediocre puede desmotivar a una organización en alguna iniciativa interesante e importante de cambio. Una organización con mucho potencial puede equivocar su rumbo si quien la acompaña en el diseño y recorrido de ese camino no tiene la claridad, el conocimiento y las habilidades necesarias.