No me había dado cuenta de lo profunda que era mi dependencia de los libros de cocina hasta que me fijé en que mi ejemplar de Cocina provincia/francesa, de Elizabeth David, tenía marcas de uñas subrayando las recetas. Era una prueba palpable de mi falta de audacia, de la insistencia en aferrarme a un conjunto de instrucciones, como a un pasamanos en la oscuridad, cuando lo cierto era que, después de cocinar durante veinte años, tendría que estar ...