Fue Derrida quien propuso el título para solicitar el eco de una exposición de dibujos de Titus-Carmel dedicada a cierto ataúd de bolsillo que en abril de 1978 daba mucho de qué hablar, con el fin de sugerir cómo las dimensiones de un encuentro con dos visitantes llegados de Colombia podían compararse con las de un duende que por mero ejercicio filosófico hubiese querido experimentar el trance cementerial en una caja de fósforos, que tan sólo un ...