Sostenemos a trav?s de la indagaci?n realizada que la evaluaci?n ?en todas sus formas, caracter?sticas, dimensiones y posibilidades?, consti-tuye un acontecimiento humano fundamental, que ha acompa?ado la historia de la humanidad, pero que de modo inimaginable ha irrumpido y se ha instalado, naturalizado, normalizado en las sociedades modernas. La evaluaci?n se ha constituido en la condici?n de posibilidad para la existencia de las cosas (m?s en el campo educativo): la apertura, oferta y permanencia de un programa acad?mico o de una instituci?n educati-va, por ejemplo, depende de la evaluaci?n (ello sucede con los sistemas registros calificados y acreditaci?n de programas e instituciones). Lo pro-pio sucede tambi?n con proyectos, planes, programas, pol?ticas, acciones que, para ser aprobados, han de pasar por la criba de la evaluaci?n. As?, paulatinamente, la evaluaci?n se convirti? en el elemento fundamental, estructural, necesario, ineludible? de la acci?n educativa.En el marco de la educaci?n superior, el profesor, cualquiera que sea su condici?n (planta u ocasional), es, a la vez, evaluador y evaluado, juez y parte, medidor y medida ?como dir?a Prot?goras?. El an?lisis de las implicaciones que ello tiene para la vida de los docentes y para su ejercicio magisterial ?particularmente en la Universidad Distrital Francisco Jos? de Caldas, pero de cara a lo que acontece en otras instituciones de educaci?n superior y en otras latitudes? constituy? la intencionalidad de la pesquisa de la cual damos cuenta en esta obra.