El día en que los hombres de la subasta arribaron a su casa como un tropel de piratas que saltan al abordaje de un barco en desventura, con el propósito de llevarse todos los enseres domésticos y objetos de valor, fue Guillermo quien asumió el mando.Su padre, desencajado, permanecía inerte, como un tripulante inservible, aferrado con una mano a la arboladura del buque y a una botella de aguardiente con la otra. Y su madre, que había buscado refug...