Los nuevos tonos de los dramas de Chéjov fueron una incógnita y una revolución para el teatro de la época. El estreno de “La gaviota” en 1896, que fue un rotundo fracaso, constituyó un reto infranqueable para sus mismos actores. De su representación en el Teatro del Arte de Moscú en 1898 Stanislavski apenas diría: “Solo recuerdo que todos los actores olían a valeriana”. La particular importancia concedida al tono y al estado emocional, a las paus...