¿Qué pasaría si se desarrolla un arma inteligente de origen biológico que detecte a los asesinos y destruya sus cerebros de manera fulminante? Las múltiples respuestas a esta pregunta dan lugar a «La herencia secreta», una saga en la que el escritor colombiano de ciencia ficción Édgar Rojas inspecciona el impacto que una tecnología de este tipo tendría en un planeta como el nuestro, cuyas sociedades y sistemas políticos deben al asesinato gran parte -por no decir que todo- su poder. Stephen, su protagonista, es un joven científico forense que recibe de su asesinado padre un portentoso legado: un compuesto bautizado con el nombre de sindéresis, en alusión a una forma de impartir justicia de manera infalible e incorruptible sobre los homicidas. La sustancia se aloja en el cerebro de las víctimas de asesinato, de donde la extrae Stephen en su laboratorio para luego descubrir que está íntimamente ligada al cerebro de los asesinos, el cual destruye al más mínimo contacto. La existencia de un extracto con estas características causa revuelo mundial y desencadena las más perversas y retorcidas acciones e intrigas por parte de terroristas, mañosos y políticos, los principales perjudicados, para detener sus efectos justicieros. «La herencia secreta» cumple a cabalidad con las reglas clásicas de un género cuyos personajes y situaciones, al mismo tiempo que nos remiten a las más extremas fantasías, nos hunden en las más crudas realidades.