En 1933 la joven Marion Crawford acepta el empleo de su vida como institutriz de las princesas Lilibet y Margarita. La única condición que pone a los padres de las niñas, los duques de York, es poder aportar ciertas dosis de normalidad a sus protegidas y privilegiadas vidas. En el palacio de Buckingham, el castillo de Windsor y Balmoral, Marion desafía el estricto protocolo para llevar a las princesas en metro, a nadar en piscinas públicas y en ...