¿Es el hombre un verdadero amante de la naturaleza? ¿O es, como algunos piensan, su principal enemigo? Para cualquier persona que tenga un contacto directo con el mundo natural la ambivalencia emocional que sobre- vendrá luego de ese encuentro será casi inevitable. El hombre se siente atraído inicial- mente por la belleza de algunos paisajes, animales y flores. Al mismo tiempo se asusta frente a un mundo que se le presenta hostil y que difícilmente puede controlar. Hay también una sensación de molestia: calor, frío, hormigas, mosquitos, temor genuino ante el riesgo cierto de sufrir inundaciones, terremotos o el ataque de animales peligrosos. ¿Es entonces el miedo lo que nos aleja de la vida pura? El experto Carlos Reboratti no cree que se pueda afirmar una sola causa para explicar este divorcio de raíces antropológicas. Pero a la vez admite que el crecimiento de las ciudades va alejando a la humanidad de la naturaleza, un hecho ya irreversible. Tal el punto de arranque de esta medulosa investigación sobre el medio ambiente y nosotros.