Como resultado de las políticas orientadas al mejoramiento cualitativo de las instituciones, de sus programas, de su trabajo docente, se ha desatado una fiebre evaluatoría a nivel de todos los estamentos de la educación y actualmente son muy pocas las instancias que han escapado a los efectos de esta evaluación.La literatura sobre el tema que circula en el medio ha orientado sus enfoques hacia un terreno estrictamente filosófico o epistemológico, dejando por fuera todo aquello que pudiera contribuir a la mejor aplicación e implementación de estos conceptos, la experiencia ha enseñado que el significado conceptual de un estándar, competencia o un logro, es inseparable de su extensión operativa, de lo contrario estas categorías perderían su condición de potencialidades empíricas como las denomina Weiss, un requisito indispensable en el instante de convertir las ideas en actos, los conceptos en productos tangible y concretos. La literatura sobre el tema que circula en el medio ha orientado sus enfoques hacia un terreno estrictamente filosófico o epistemológico, dejando por fuera todo aquello que pudiera contribuir a la mejor aplicación e implementación de estos conceptos, la experiencia ha enseñado que el significado conceptual de un estándar, competencia o un logro, es inseparable de su extensión operativa, de lo contrario estas categorías perderían su condición de potencialidades empíricas como las denomina Weiss, un requisito indispensable en el instante de convertir las ideas en actos, los conceptos en productos tangible y concretos.