Hay algo peor que ignorar, y esto es: ignorar que se ignora. Vivimos actualmente de cara al futuro, privándonos de la sabiduría del pasado. No por desprecio, simplemente por ignorancia. Los seres humanos somos seres de cultura y la cultura se transmite, de una generación a otra, por asimilación y regeneración creativa. La mera repetición acrítica no conserva la cultura ni la hace crecer. Más bien la congela, la rigidiza y la traiciona. La obra de Klaus Droste se instala en una tradición de pensamiento que contiene inmensas virtualidades todavía desconocidas e inexplotadas. Para explotar esas virtualidades es necesario conocer la tradición, asimilarla y ser capaz de hacerla revivir en la mente y en el corazón. Esta tarea no es fácil. El autor se ha empapado de esta tradición al alero de una escuela viva de pensamiento; la ha asimilado y ha intentado llevarla a la práctica en su vida académica, profesional y familiar. Sin alardes de originalidad ni de erudición, el autor pone en juego su doble competencia, psicológica y filosófica, para instruirnos acerca de un tema que a nadie le es ajeno: la paternidad y la filiación. El esfuerzo que la lectura de este libro exige del lector, se paga con creces con los frutos intelectuales que él procura. Conozco pocos libros en los que -como en este- se conjugue de manera tan armoniosa la fidelidad a una tradición bien asimilada, con una aplicación fresca e inteligente a interrogantes de nuestra época y de toda época.