“La primera obligación pública es evitar el sufrimiento extremo. Las revoluciones, las guerras, los asesinatos, las medidas extremas pueden ser necesarios en situaciones desesperadas. Pero la historia nos enseña que sus consecuencias pocas veces son las previstas, no hay ninguna garantía, a veces ni siquiera una probabilidad lo suficientemente grande, de que estos actos traigan una mejora. Podemos correr el riesgo de la actuación drástica, en la ...