Ahora sé que sólo soy un cuerpo para el amor y la soledad y únicamente desde él logro articular una manera de pensar y sentir el mundo. Tal vez sea esto lo que me ha llevado a sentir el cuerpo como la piel del alma, porque es sobre esa piel sensible que de tarde en tarde reclama un gesto amable, una expresión de ternura o un abrazo donde se experimenta más hondamente el amor, la solidaridad, la posibilidad de que el abismo interior sea contenido ...