Al término de la Segunda Guerra Mundial creció, de la mano de la esperanza, el desarrollo industrial y económico, y estamparon en los seres humanos un sello especial de optimismo que desafortunadamente solo duró durante algunos años. Aquella tarde lluviosa, en el centro de la ciudad de Bogotá, me refugio en un lugar cálido donde se toma café y se pueden, además, comprar libros y revistas viejas en un aceptable estado de conservación. Me veo enton...