El ruido estridente de las locomotoras y de las máquinas de vapor anunciaba una nueva era: la época en la que la marcha del progreso era más hermosa que cualquier escultura griega. Las huellas imborrables de la Revolución industrial transformarían las estructuras y las relaciones sociales -así como sus sistemas de comunicación- en un periodo muy corto. No fue un fenómeno exclusivo de las fábricas, porque desde sus inicios modificó también la conc...