Al morir su marido cubierto de deudas, la señora Lirriper abre una pensión en el 81 de la calle Norfolk, en Londres, para pagar a sus acreedores e iniciar una nueva vida. Un solícito comandante retirado y un nieto adoptivo, fruto de un amor trágico, son sus huéspedes permanentes, pero el establecimiento está también lleno de huellas e historias de gente que viene y va. «Si las paredes de esta pensión pudiesen hablar [...] tendrían tantas cosas qu...