En 1917, toda Rusia era un marasmo social, económico y político. Pero en el campo de la ciencia la cosa era distinta. Catalina II la Grande (1729-1796) había dejado unos pilares bien cimentados que trascendieron su muerte y sembraron sólidas bases, en las artes y en la ciencia. De un lado, crea el museo del Hermitage en San Petersburgo, funda la Academia de la Lengua Rusa, e instaura la Academia Real de las Artes. De otra parte, apoya de manera d...