Las excusas del desterrado surgen con el nacimiento sin patria fija del autor, tras la siempre infructuosa búsqueda de la única bandera para amar. Son, al mismo tiempo, la rendición de cuentas no definitivas de alguien que reconoce en el papel a un cómplice y, al mismo tiempo, a un enemigo. Si algo sabe el desterrado es que las cosas son disímiles a como las presentan quienes emiten juicios con el pecho hinchado de convicción: lo que se considera...