El conocimiento de esta amenísima y archiconocida gran colección de cuentos se inició en Europa con una versión muy incompleta del orientalista y diplomático francés Galland (1646-1715) a partir de un manuscrito árabe de origen sirio, al que añadió los que oralmente le transmitió un maronita de Alepo. El éxito fue extraordinario y contó con el beneplácito del omnipotente rey francés Luis XlV, en los últimos años de su reinado. Recordemos su argum...